Casas Rurales de alquiler completo y apartamentos con historia

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CASAS RURALES DE ALQUILER COMPLETO Y APARTAMENTOS CON HISTORIA RUSTICAE

Rusticae cuenta con una selección de casas de alquiler completo y apartamentos con historia distribuidas en las distintas regiones, y muchas de ellas representan los distintos estilos y tipologías de vivienda a lo largo de la geografía española.
¿Quieres conocer las casas típicas que existen en España? A continuación te hablamos sobre algunas casas con historia, que merece la pena conocer:

Carmen granadino:
Un carmen es un tipo de vivienda urbana típica de la ciudad de Granada, con un espacio verde anexo, jardín y huerta a la vez, que constituye una extensión de la vivienda, según la definición clásica de Seco de Lucena. El carmen es un espacio cerrado al exterior, cercado por tapias de unos dos metros de altura, normalmente blanqueadas, con vegetación frondosa. Es propio de los barrios asentados en las colinas de la ciudad, Albaicín y Realejo y, por tanto, su terreno suele estar dispuesto en paratas escalonadas. «No es únicamente jardín, ni únicamente huerto» y «por lo general, no es finca de lujo, sino pequeña finquita unitaria».
Sin embargo, las peculiaridades actuales del «carmen granadino» se forjaron esencialmente a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, con un carácter fuertemente romántico. La mayor parte de los cármenes que subsisten hoy en día pertenecen a esta época, en su versión actual, pues algunos de ellos se construyeron sobre otras edificaciones anteriores. Con frecuencia, adquirieron entidad arquitectónica o paisajística mucho mayor de lo que era tradicional en los cármenes. Es el caso del Carmen de la Victoria y del de los Chapiteles, en el valle del río Darro, o el del Carmen de los Mártires, el de los Catalanes y el de los Rodríguez Acosta, situados todos ellos en la colina del Mauror. Este último es mucho más tardío, ya de comienzos del siglo XX, y se edificó bajo los parámetros del modernismo y el art deco.

Barraca valenciana:
La barraca es un edificio típico de la huerta de Valencia y de la región de Murcia. Servía de vivienda a los labradores, por lo que se sitúa en las zonas de huertas de regadío. Existen ejemplos de barracas en la zona costera central de la Comunidad Valenciana (aproximadamente coincide con la actual zona costera de la provincia de Valencia) si bien es mucho más frecuente en las comarcas que rodean a la albufera de Valencia (Huerta de Valencia, la Ribera Alta y la Ribera Baja), aunque con la paulatina pérdida de importancia del sector agrícola en la economía valenciana su uso ha disminuido bastante. Otra zona donde la barraca es un hábitat tradicional y del que quedan algunos ejemplos es la comarca alicantina de la Vega Baja del Segura.
Existen dos tipos principales, la barraca de huerta y la barraca de pescadores. No obstante, este último tipo está casi desaparecido, existiendo sólo algunos ejemplares en la zona de la albufera, donde se entremezcla con la barraca de huerta debido a que dicha zona reúne las dos características.
La barraca valenciana ha sido tradicionalmente más rica que la barraca oriolana debido a las diferencias en cuanto a la propiedad de la tierra: mientras en la Huerta de Valencia el agricultor era el dueño de la huerta que cultivaba, en la Vega Baja normalmente era arrendatario ya que las tierras pertenecían al clero o a la aristocracia de Orihuela.

Casona montañesa:
En Asturias y Cantabria se define como casona a la casa señorial antigua, siendo estos los edificios más característicos de la arquitectura tradicional montañesa. La aparición de la mayor parte de ellas se produce durante los siglos XVII y XVIII, coincidiendo con un cierto crecimiento económico en la comunidad gracias al desarrollo del cultivo del maíz. Existen muy pocos ejemplos de siglos anteriores. Tipológicamente se encuentran a medio camino entre la vivienda rústica y los palacios; por ello, participan tanto de los factores arquitectónicos y funcionales locales como de la incorporación de elementos decorativos propios de los estilos artísticos dominantes.
Aunque en ellas predomina el carácter residencial, en ocasiones también funcionan como centros aislados de explotación agraria y por tanto son equiparables a otro tipo de construcciones que se dan en España con esta función como los caseríos (País Vasco y Navarra), las masías (Cataluña) o los cortijos (Andalucía).

Pazo gallego:
El pazo es un tipo de casa solariega tradicional gallega, de carácter señorial, normalmente ubicada en el campo, antaño residencia de personas importantes de la comunidad (antes, de reyes o nobles). Fueron de importancia crucial en los siglos XVII a XIX, relacionados con la arquitectura rural y monástica y con el sistema de organización feudal, ya que constituían una especie de unidad de gestión local alrededor de los cuales transcurría la vida de los aldeanos.
Como categoría arquitectónica palaciega florece una vez concluidas las refriegas señoriales del siglo XV, pues hasta entonces los hidalgos habitaban en torres, construcciones más apropiadas para la actividad bélica. Así, el pazo (o los pazos) fueron convirtiéndose en la marca social y refugio de la clase hidalga, que retrató en sus novelas Otero Pedrayo a principios del siglo XX. También Emilia Pardo Bazán reflejó en la literatura la vida en los pazos, en su novela Los pazos de Ulloa, que fue también llevada al cine y a la televisión.
Al pazo como estructura arquitectónica civil tradicional se le asociaba una red social: la de los sirvientes del hidalgo y de los tributarios de los fueros, que mismamente llegaban a vivir en el mismo recinto (sobre todo los primeros). Suelen constar de un edificio principal rodeado de jardín, un palomar y a menudo incluyen edificaciones anexas como pequeñas capillas para celebraciones religiosas. El vocablo pazo es un cognado de palacio, pues procede del latín palatiu(m). Como curiosidad, la palabra portuguesa, lengua cercana al gallego, para decir palacio es paço.
Se ubican normalmente en zonas rurales, con microclima benigno y suelos muy fértiles. Se solían erguir en la loma de una colina; siempre, en todo caso, en localizaciones estratégicas desde las que el señor pudiese dominar sus posesiones.

Masía catalana:
Una masía es un tipo de construcción rural, llamada también masada o simplemente mas existente en todo el este de la península ibérica y sur de Francia, concretamente en la antigua Corona de Aragón y la Provenza​ que tiene sus orígenes en las antiguas villas romanas. Se trata de construcciones aisladas, ligadas siempre a una explotación agraria y ganadera de tipo familiar llamada mas.
Los elementos utilizados en su construcción han ido variando con el paso del tiempo; además, la ubicación de las masías ha condicionado también el tipo de material elegido. Así, en las zonas de montaña, el material más usado ha sido la piedra sin pulir. En los dinteles de puertas y ventanas se utilizaba la piedra picada. Durante la Edad Media, las piedras se unían mediante barro, material que se sustituyó más adelante por la cal o el cemento. En el Antiguo Reino de Valencia, las primeras masías vinieron a sustituir o complementar a las alquerías. En los lugares en los que la piedra escaseaba se recurría al adobe para la construcción.
La mayoría de las masías tiene su fachada principal orientada hacia el sur. Las construidas con anterioridad al siglo XVI tiene una puerta de entrada de dovela mientras que las que se construyeron hasta el siglo XVIII son de dintel. La planta no solía superar los cinco metros y el cubrimiento se realizaba mediante un entramado de vigas de madera colocado de forma perpendicular a la fachada. Se recubría con tejas o baldosas. En la zona del Pirineo y en otras zonas montañosas, la cobertura solía ser de pizarra.

Cortijo andaluz:
Un cortijo es una construcción típica del hábitat rural disperso de la zona meridional de España. Consta de zonas de vivienda y otras dependencias para la explotación agrícola de un extenso territorio circundante. Su modelo original es la hacienda y casa de labranza propias de la Andalucía occidental o bética (Valle del Guadalquivir), cuyo apogeo se dio en el siglo XVIII; de modo que es muy usual la expresión "cortijo andaluz"; aunque el término "cortijo" se usa, por extensión, para las formas similares de hábitat rural disperso en Andalucía, La Mancha y Extremadura.
Sus edificios (más o menos grandes, con muchas o pocas dependencias, dependiendo del tipo de explotación) se encuentran aislados en el campo, muy alejados de las localidades donde se concentra la población (en esa zona, grandes pueblos o incluso agrociudades). El gran tamaño de las propiedades agrícolas las sitúa en el ámbito del latifundio, y explica buena parte de las características socioeconómicas que se desarrollaron durante los siglos XIX y XX.

Cigarral toledano:
Se llama cigarrales a las fincas señoriales de recreo situadas en la orilla sur del río Tajo a su paso por la ciudad española de Toledo, con una construcción principal destinada a vivienda de recreo, un edificio secundario para los guardeses (cigarraleros) que cuidan de la casa al ser segunda residencia y, lo más importante y característico, su amplio terreno de campo, que está limitado a un mínimo de 3500 m², siendo lo común hasta mitad del siglo XX superficies en torno a los 20. 000 m².
El origen de la palabra cigarral es incierto. La versión más frecuente es la habitual presencia de cigarras en los meses de verano, que eran los de principal uso de estas residencias. Existen otras versiones que relacionan el origen de la palabra a la conjunción de dos palabras árabes que se refieren a casa de recreo.

Caserío vasco:
Un caserío (en euskera: baserri) es un tipo de hábitat rural, de construcción tradicional, originario del norte de la península ibérica, principalmente en la zona del País Vasco, Navarra y País Vasco francés. También se encuentran caseríos en el norte de Soria y Palencia, así como en Cantabria, Asturias, León y Zamora donde además de caserío también reciben el nombre de quintana y casona. En algunas zonas del sur de España, se usa la palabra caserío para designar pequeñas agrupaciones de viviendas rurales o cortijadas.
Su construcción es en piedra, en forma de casa aislada, y puede alcanzar los 15 metros de altura. Suele disponer de una planta baja en la que se instalaban graneros, establos y demás dependencias agrícolas, y de una o más plantas elevadas que servían de vivienda.
El tamaño de su planta suele ser considerable, pues en ellos solían convivir todos los miembros de una familia, junto con el ganado y los pastos recolectados, que se situaban en dependencias integradas en la misma construcción.
Típicamente, el tejado es longitudinal y a dos aguas, techado con tejas. Las plantas bajas están construidas de sillería o aparejo, mientras que las plantas altas —donde típicamente se sitúan los habitáculos— pueden ser de sillería, aparejo o algún material más ligero (entramados de madera, ladrillo,...). Suele contar con una entrada en arco que da paso a un pórtico abierto. Desde él se tiene acceso a la zona de vivienda, típicamente situada en la planta de arriba, y a las demás dependencias de la casa (graneros, establos, etc).
Fuente: Wikipedia.