En pleno corazón de la comarca de Las Villuercas, a tan solo 15 km de Guadalupe y cerca de joyas patrimoniales como Mérida, Cáceres o Trujillo, se encuentra Hotel Las Tejuelas, un exclusivo cortijo rural situado en una finca privada de 750 hectáreas. Diseñado para quienes buscan desconexión, naturaleza y confort, este hotel fusiona el espíritu tradicional de los cortijos andaluces con una propuesta de lujo sereno y elegante. Nacido como un proyecto familiar, es hoy un rincón de paz donde cada detalle está pensado para hacerte sentir como en casa.
El hotel cuenta con 13 habitaciones diseñadas para el descanso, distribuidas en varias categorías que se adaptan a todo tipo de viajeros. Desde dobles superiores con vistas al jardín, hasta habitaciones familiares con accesos independientes, y una exclusiva suite tipo "chozo" con más de 70 m², bañera, zona de estar y cama king size. Todas las estancias comparten una estética de lujo clásico, con ropa de cama de algodón percal, amenities de Rituals y una decoración cálida y cuidada que invita a quedarse.
Los espacios comunes combinan interior y exterior para disfrutar en cualquier época del año. El salón con chimenea es perfecto para leer o compartir un juego de mesa, mientras que el jardín y la piscina ofrecen un refugio al aire libre con tumbonas balinesas y servicio de bar. El restaurante, abierto también a comensales externos, propone cocina tradicional con un toque de campo, destacando el producto local y las carnes de caza. Además, se sirve un desayuno buffet completo con frutas, quesos, panes artesanos, embutidos y bollería de calidad. El hotel también dispone de cafetería y organiza eventos privados a medida.
Pero si algo hace de Las Tejuelas un lugar verdaderamente especial es su entorno. La finca es un paraíso para los amantes de la fauna y la fotografía de naturaleza. Aquí es posible avistar águilas reales, buitres negros, ciervos, jabalíes o muflones, ya sea en libertad o en rutas guiadas por los senderos del bosque. Para los más activos, hay rutas de senderismo y paseos en bici entre arroyos, dehesas y campos abiertos. En Las Tejuelas, el tiempo se ralentiza, la desconexión es real y cada instante se convierte en un lujo esencial.